Hacía meses que quería volver a hacer el desodorante, ya había hecho uno que me gustó mucho.
Y había hecho otro porque el primero no le gustó nada a mi cuñada. El olor del karité.
Y mientras, han pasado los meses, y mientras lo iba usando, a veces también curioseaba por internet, un comentario de aquí, otro comentario de allí. Las propiedades de un ingredientes, las ventajas de otro, la magía del tercero...
Y mientras tenía haciendo mi propio aceite medicinal.
Esta vez tenía macerando flores de brezo, romero y tomillo de dos variedades, uno de ellos no lo conocía, tenía el olor característico pero diferente, mas fresco, más ligero, no sabría definirtelo.
Y me puse manos a la obra, el peso, los aceites, la manteca, las gotas de los esenciales, y sobre todo la preparación antes de la mezcla mientras cruzo los dedos y deseo que esta vez acierte con mi cuñada y con nuestro ahijado, que sin prescindir de las bondades de los ingredientes, haya podido neutralizar el olor de la manteca de karité.
Ya me contará, y como viene pronto a recogerlo, todavía no me ha dado tiempo de hacer las cajitas. Mis disculpas por ello, los regalos son importantes en contenido y presentación. Espero que el lazo que puse a la cajita protectora improvisada sea de su agrado.
Hoy 21 de enero 2021, día del Santo de mi hermana Inés, he subido a la red una entrada en el blog de LA IAIA YEYE, y verás cómo de mágica ha sido también para curar mis SABAÑONES, NO SOLO EN LOS PIES.
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